viernes, 22 de enero de 2010

Desvergüenzas RCN


Ya está claro, aunque la verdad desde hace bastante tiempo, que noticias RCN es un show sensacionalista y amarillista. Es una exageración, casi una parodia producto del periodismo dependiente y amañado cuyas únicas metas son quedar bien con el de arriba (adivinen quien será), con el dueño del aviso de la fábrica de gaseosas, y vender su imagen como el desinformativo comercial que es. Un programa farandulero más de chismes e intrigas que a cada pantallazo que pone va en contra de los preceptos y principios de un periodismo serio.

Lanzo mi ataque a este pseudonoticiero, puesto que me siento mal por mí y por todos los colombianos que no tragan entero y que les toca soportar una televisión colombiana plagada de mediocridad y alienación. En los últimos días he visto tres hechos que merecieron primero mi indignación y desaprobación. El conmovedor cubrimiento que inicialmente le han dado a la tragedia de Haití, con presentador llorando a moco tendido y las chicas del estudio vestidas de luto y poniendo cara de fingido pesar; las pobres y circenses gracias que hace el famoso “gringo” Brian Andrews en su cubrimiento de las corralejas de Sincelejo presentando su versión en inglés; una noticia presentada en pleno almuerzo del 21 de enero del presente, en la que un irracional en Belo Horizonte Brasil entra a un local de peluquería y asesina a quemarropa a su esposa, sin ninguna censura y siendo fácilmente catalogada como un video de corte snuff.

El hecho de que hagan el cubrimiento de una tragedia como la que ocurrió en Haití, no es para demostrar un exagerado sentimiento. Es cierto, la noticia es conmovedora, pero no es muy estético apelar a ese recurso tan bajo por el solo hecho de ganar rating. Recuerdo que una vecina del lugar donde resido comentaba con otra persona haber visto al presentador afligido y sollozando (no en esas palabras claro está) y que esto le había causado impresión. ¿De qué se sorprende o impresiona señora?, eso es lo que se espera del futuro ganador del premio Simón Bolívar. El luto, es lo de menos, pero es que no creen que ya tiene el espectador suficiente con tener que ver cantidad de cuerpos de haitianos fallecidos regados por doquier en la pantalla, para tener que ver dos candidatas a plañideras en sendos trajes de gala para funeral? tan solo les falta las gafas oscuras y el conjunto queda perfecto. Como si al otro mes no hubiera pasado nada y estuvieran riéndose a mandíbula suelta en la sección de deportes del viernes.

Nada mas irregular que un gringo en medio de una plaza de toros polvorienta en Sincelejo haciendo de “payaso torero” y siendo perseguido por los borrachos (y dudando de la sobriedad del presentador) de turno. Un espectáculo light, el cowboy domesticado hace sus gracias y las presenta con todo el descaro a nivel nacional y posteriormente en los espacios propios. Aquí me hago otra pregunta y es ¿qué grado de imagen positiva de Colombia le aporta al extranjero, ver como uno de los suyos se ve ridiculizado (a la fuerza o no) en televisión? Entonces me acuerdo de aquella canción que cantaba Piero sobre los americanos, y solo me queda reírme hasta el dolor de estómago por la parodia que hacen los directivos del show mediático de sus propias pseudonoticias.

Pero una cosa alejada de toda gracia y digna de todo el repudio posible tanto por el contexto del hecho como por la forma en que fue presentado, fue la noticia de Belo Horizonte. Es cierto y no se puede negar, acá no escampa el aguacero de violencia y mas contra la mujer y se han cometido peores aberraciones contra la vida, pero no es justo, no es justo ni necesario señores que se muestre el video sin considerar el nivel de sensibilidad que le queda aun al colombiano promedio que tiene familia y a esta hora está a la mesa y quizás con niños que siguen y siguen aprendiendo de una televisión que desterró los valores humanos. ¿Así se quiere forjar un mejor país? ¿Metiendo el dedo en la llaga de la inconciencia e insensibilidad? El país les debe mucho, les debe promover más y más escenarios donde importa solo la imagen que se tenga, el símbolo que se representa (hasta el mesías de turno) y no el contexto, el contenido, la sustancia que porta el ser humano. La sensibilidad no puede ser transada, unas veces si, otras no, cuando se les da la gana distorsionar la imagen y la voz de los protagonistas de una noticia, porque ellos lo pidieron y porque impera el régimen del miedo, de la intimidación inescrupulosa que hace carne de cañón al primero que se rebele.

Entonces ya desde luego se sabe que lo que vemos, lo que oímos, lo que hablamos, lo que sentimos y posteriormente lo que hacemos es lo que somos y que eso no tiene reforma si no hay periodismo serio e independiente, si no hay televisión nacional de calidad en la que se permita expresarse a la gente, en la que no haya demostraciones patéticas y salidas de contexto, en la que no se promocione regimenes en los que todo el que diga algo en contra de las políticas de gobierno es tildado de terrorista o apátrida. Si no se construye bajo una base firme de valores, la sociedad se cae a pedazos, se ha dicho tanto que se gastan las palabras. Pero no, estamos condicionados por los mismos parámetros de hace años, y nos vamos conformando con eso porque es lo que hay y si no te gusta ya sabes. Así no vale comunicar nada, para qué, lo mas sencillo es limitarse a contar noticias de farándula y terminar las primeras horas de la mañana, las horas del almuerzo y las de antes de la novela, con la conciencia en apariencia tranquila y con una sonrisa porque lo único de lo que nos acordamos es que x o y actor se va a casar con z modelo. Qué espectacular.

jueves, 21 de enero de 2010

Proyecto para un 20 de Julio o cualquier otro día

Tengo unas ganas tremendas
de gritar a viva voz
cosas prohibidas, cosas censuradas.

De actuar en reivindicación del oprimido

Con las ganas suficientes de tumbar muros
de ignorancia

armar mitines sobre lo aparente absurdo, lo evidente y lo crucial

de levantar pancartas contra el miedo

con ganas y alientos de soportar
el curso y el discurso de la vida

de alzar las almas
en protesta

tengo unas ganas tremendas
de reaccionar
ante el hambre de ideas de mi prójimo

De hacer respetar
la voluntad de los hombres

Tengo unas ganas abiertas, sinceras, espontáneas
de dar un golpe de gracia
a mi falta de ganas.

pseudoinstrucciones para escribir un pseudopoema

el poema, éste pseudo poema
solo tiene de asidero las palabras
con ellas se confecciona su alma y su cuerpo
sus alas y sus cachos.

Cuando lo escribo
no es mi mano ni mi alma ni mi ser ni mi noser el que escribe
es un otro
cualquier otro
que se confunde conmigo
usurpa mi lugar
y alza a la mano
su voz

Se trae recuerdos propios
Que le son ajenos en la práctica
Y los reparte entre líneas
Les da una textura un camuflaje propio
Materializa un pasado
Y desintegra el presente

Entonces el usurpador
Suspira, inspira, tose o eyacula
Y de nuevo teje versos cruciales
Dignos de hacerlos públicos

Lo deja escrito, mojado en el papel
Papel madera o papel intangible electrónico

Algunas veces se da a la tarea
O me cede el turno
Para enmendar y remendar pasajes oscuros y chuecos
Sin embargo el poema
Va creciendo a la sombra y bajo el polvo
Como una flor siniestra y carnívora
Que devora la luz y el ansia
De su pseudoautor.

Finalmente lo da a conocer
O lo archiva de forma arbitraria
Y es entonces
Y solo entonces
Que el poema nace crece, se reproduce
Y se vuelve inmoral

Se busca maestro


Advertencia: La búsqueda espiritual puede ejercerse de diferentes maneras y bajo la guía de cualquier maestro que se considere idóneo. El presente texto no pretende hacer un juicio formal ni deslegitimar algunas creencias o religiones, ni exhorta al lector a que abandone su propia búsqueda. Tan solo describe una experiencia personal.

Desde hace un tiempo, creo que a partir del famoso apogeo de la “new age”, he estado buscando un maestro, un guía espiritual que me muestre el camino a mi autorrealización. Lo he buscado en los libros como la Biblia, el Bhagavad-gita, el Corán, etc.; en los parques donde abundan profetas y patriarcas, unos más desconectados de la realidad que otros; en las grandes catedrales y pequeñas parroquias; En los púlpitos y círculos sociales; en los rincones mas iluminados y oscuros de Internet; En el cielo y la tierra. Y ha sido una búsqueda infructuosa, puesto que o no estoy preparado o el maestro no me quiere recibir en su santuario.

Pero no me resigno a quedar huérfano de maestro espiritual en un mundo material. Y eso que he tenido grandes decepciones. De tradición familiar cristiana, católica, apostólica y romana, recurrí en primer lugar a lo que tenia a la mano, un cura común y silvestre. El ministro de Dios me exhortó a llevar una vida conforme a los mandamientos, siempre en búsqueda de Dios y de su infinito amor, así podría llegar a la santidad. Pero había un problema: soy bastante hedonista y me resisto a evitar los placeres de la vida y llevar una vida de penitencia y comunión. Tal vez más adelante como lo hizo San Agustín, pudiera “abrazar la cruz”, pero por el momento, no.

Luego recurrí a la prometedora vida del Hare Krishna, es decir, ceñirme al hinduismo. Mis respetos a los adeptos y seguidores de tal religión y estilo de vida, puesto que es bastante radical. Aunque tienen definido el concepto de maestro espiritual, el yoga es un buen sistema para meditar, y se ciñen a una serie de reglas para alcanzar la meta suprema de la vida, tienen una gran contra para mi: son vegetarianos. Tienen una teoría bien interesante sobre su dieta que vale la pena observar, sin embargo, no cambio mi churrasco por nada. A pesar de no ser un argumento de peso para abandonar tal camino, habían otras objeciones que encontraba insalvables.

Mas adelante, conocí un maestro budista que me demostró en términos mortales, la vida ascética rumbo a la iluminación. Fascinante modo de contemplar la naturaleza del hombre y su entorno, suficiente equilibrio entre los actos y el pensamiento. Pero de nuevo me albergaba un aura de impaciencia y de espera de algo más “terrenal”, más cercano a mi experiencia como terrícola, triste engaño propio, debido a las sobradas razones.

Hasta entonces sigo en la búsqueda. A veces me refugio en mis maestros menores (Mario Benedetti, José Saramago, Friedrich Nietzsche, Jean Paul Sartre, Alvaro Mutis, Gonzalo Arango, Juan Gelman, Astor Piazzolla, Gioconda Belli Chopin, Mozart, Beethoven, etc.), quienes son y fueron muy terrenales, es de anotar, bueno algunos llegaron a cierto estado de nirvana en su arte, otros por lo contrario fueron condenados a priori por los hombres. Por lo pronto se acercan a mi ideario. No por eso me separaré de mi espiritualidad, seguiré buscando, tal vez encuentre a algún maestro que se compadezca de este pequeño saltamontes.

Verano eterno


El aire se siente pesado, como cuando se encuentra uno dentro de una habitación pobremente ventilada, y caliente, bastante caliente. No hay tregua ni a la sombra, puesto que las construcciones modernas promedio del lugar (zinc, ladrillo, cemento) solo acentúan el calor. Debo añadir que en el sitio donde me encuentro no hay ventilador, ni aire acondicionado. Es un pequeño infierno, (si este lugar presupuesto de verdad fuera como lo pintan) para el que no es calentano, para el que no “está acostumbrado al calor”. El termómetro puede marcar hasta 35 grados a la sombra, pero parece como si fueran 40.

El sol es canicular, abrasador, perfecto para un ambiente menos hostil. Y lo que más me sorprende es el color de la tierra en ciertos lugares, la cual es arcillosa y roja, colorada. Existe erosión por todos lados. En cuanto a la vegetación, que es escasa, no es extraño que se puedan encontrar diversas especies de cactus y de árboles espinosos propios de tierras desérticas. En algunos lugares no existen reservorios naturales de agua, hasta los laguitos que usan para el ganado, se notan ya secos. Hay lugares ásperos, pelados, poblados de piedra caliza que en otroras épocas el agua arrastró. Lejos se encuentra de un río o mar que refresque el ambiente. En síntesis, una tierra que arde por dentro y por fuera.

Este ambiente estival y seco, similar al descrito por Juan Rulfo en sus libros, es una llanura que parece estar constantemente en llamas. Fue ahí donde estuve veraneando, si la palabra queda más de molde, a finales del año pasado. No es el desierto de la Tatacoa, ni tampoco el de la Guajira. Este lugar de cuyo nombre no quiero referenciar se encuentra en medio del departamento de Cundinamarca, a unas cuantas horas de Bogotá. Pero lo paradójico es saber que este lugar está rodeado por todo su perímetro de otros lugares más frescos, más fértiles, más ricos en recursos naturales. Cada vez que viajo a este lugar encuentro que va ganando poco a poco terreno, como una mancha ocre que se extiende sobre una tela verde.

¿Resultado de malas prácticas agrícolas?, ¿culpa de “el niño”?, ¿consecuencia de un castigo divino?, ¿Un producto más del calentamiento global?, la respuesta podría afirmarse en cualquiera de los casos. Lugares como este que nada le envidian al Sahara, han padecido una sequía de más de 6 meses y se supone que debe llover por estos lugares a más tardar cada seis meses, según sus estoicos habitantes. Las quejas, suspiros, oraciones, blasfemias, reclamos y hasta maldiciones de la gente no se han hecho esperar. Esa misma gente impotente ante la ola veraniega que no cesa, recurre a las diferentes autoridades civiles, eclesiásticas y hasta divinas para buscar una respuesta, encontrando como siempre promesas y respuestas vacías.

Es entonces cuando recurren a rituales, de magia negra o blanca, rogativas y súplicas, misas por el agua, maniobras supersticiosas, cábalas y pronósticos de consuelo. La cultura y tradiciones dan para todo. En la actualidad es creciente el número de estas manifestaciones, de tradición ancestral, en las que se hace un sacrificio o acto de fe en espera de retribución por parte de un dios o ente sobrenatural.

Mientras esperan la tan anhelada lluvia, recurren a diferentes estrategias para obtener el preciado líquido para sus labores agrícolas, uso domestico y personal. Los que están dentro del casco urbano se apuran a recolectar agua proveniente de carrotanques, los de la zona rural, cavan hondo en la tierra seca en busca de aguas subterráneas. El agua siempre escasea y se hace necesario reciclarla y/o ahorrarla. Y el agua aun no cae del cielo…

Este es el drama no solo de esta gente, es el de muchos colombianos que desesperan ante la situación. Me pregunto si no se han sentido culpables como me he sentido en más de una vez de este desastre. El hombre hace parte de su ambiente y viceversa. Y aunque se haga parte a veces no se hace absolutamente nada, solo nos quedamos a esperar un milagro que no llega, una promesa que no se cumple, una respuesta que no se da. Cada vez el desastre es inminente, y “el helado” se sigue derritiendo, y la mancha se extiende.

El día de mi pomposo onomástico numero 25 sembré un árbol. Puede sonar cursi o cándido, pero espero seguir hacerlo cada año. Al menos mientras tenga fuerza de voluntad. Si tuviéramos este acto ambiental al menos una vez al año, tendríamos una esperanza plantada, y eso de por si ya es algo.

Sopa de Globalización


Mientras que en algunas partes del mundo sufren las inclemencias de la naturaleza, en otras el hambre física impera. Y no solo hablo de Haití o de la tristemente fotogénica “África pobre”, sino también de los lugares en Colombia en donde las personas descalzas y de a pié, gracias a las maravillosas “estrategias económicas” de este nefasto Gobierno. Los pobres son los que mas sufren el hambre, son los partidarios obligados de las migajas que reparten (como una campaña proselitista mas?) los programas del Estado, y otras vituperadas ONG’s.

Pero veamos el asunto desde otro ángulo. ¿Acaso una meta de la tan cacareada globalización era subsanar los problemas de alimentación del mundo?, en la practica hemos visto que lo que realmente trajo este fenómeno ha sido solamente un fortalecimiento de los bloques capitalistas poderosos, de la economía desaforada que beneficia a unos cuantos y muy oscuros personajes.

En Colombia actualmente es un lujo una nutrición adecuada. Peor aun si se quiere hacer malabares con los pocos pesos que deja el salario mínimo y las migajas que representan su incremento para este año. Poco a poco vemos cómo la economía colombiana se va hundiendo a tal punto de semejarse a la de países pobres de Asia y África (De ahí que se tomen políticas que fracasaron en estos países?). La concentración de la pobreza en millares y la riqueza en unos cuantos solo reitera y acata las medidas que imponen los grandes “entes reguladores” económicos mundiales.

En lugares del mundo como Singapur, esclavizan a la gente por un sueldo ínfimo, con el cual compran (o la misma corporación les vende) casi menos de lo mínimo para no morirse literalmente de hambre, mientras ven pasar los cargamentos de alimentos prefabricados y con quien sabe cuantos ingredientes trasgénicos y manipulados por el monopolio de las corporaciones agrícolas. Y ya en los mercados colombianos los podemos comprar a un precio cómodo para el consumidor. Entonces la variedad de sabores que nos brinda la sopa global hace parte ahora de la mesa colombiana, junto con la bienestarina y los enlatados rancios de US AID. Lo triste es que muchos sectores no tienen otra alternativa, tienen que alimentarse mal o bien o simplemente sucumbir. Desplazados por la violencia; desplazados por las políticas económicas; desplazados del campo por la sustitución de cultivos tradicionales y de la concentración de la tierra; desempleados desplazados por las monstruosas multinacionales; la lista sigue y sigue y van creciendo las estadísticas que ya pronto no se podrán amañar ni maquillar más.

Y esto avanza gracias también a la llamada “confianza inversionista” que no es más sino otra política neoliberal del gobierno, quien pone sus esperanzas en un paradigma insostenible e inviable, como el futuro que nos espera. Esto se ha vuelto evidente ya, no tenemos nada que envidiarles a los países pobres.

La esperanza que nos queda entonces es el considerar que estos monstruos llamados globalización y capitalismo, tarde que temprano tendrán que colapsar. En muchos lugares se ha visto los desastres que le hacen a la economía local y las promesas que ofrecieron inicialmente ya no tienen sostén alguno. Y nuestra Colombia querida tendrá que recurrir al ingenio de sus gentes y a su capacidad de trabajo para empezar de nuevo de cero y salir adelante.

Tiempos de efervescencia


Para nadie es un secreto que el mundo y, ergo, Colombia están teniendo momentos de convulsión y agitación. Y no hablo solamente de los desastres naturales, sino también de los desastres económicos, políticos y sociales que generan una atmósfera cargada de sentimientos de impotencia e indignación por un bando y por el otro de ceguera total y de conformismo. Algunos de estos efectos son originados por lo que he denominado el “fantasma que recorre Colombia”, espectro cargado de injusticia, impunidad y autoritarismo.

Recordemos los últimos hechos (que algunos medios dependientes del régimen han querido tapar con su luto forzado y su lagrimeo sensacionalista frente al desastre de Haití, una cortina de humo natural fortuita para el Gobierno, no con esto digo que no sea terrible y lamentable): El vencimiento de términos para los “presuntos” implicados en los llamados falsos positivos, el “dictamen” del procurador frente al referendo, el informe del Relator Especial de Naciones Unidas sobre la situación de los derechos humanos y las libertades fundamentales de los indígenas en el país. Estos son algunos de los múltiples sucesos que acaecieron en las primeras semanas del 2010. Entonces ahora me hago una pregunta para la cual exista una respuesta simple: ¿Estos hechos no se suman al ambiente pesado que ya existe y genera un grado más de efervescencia, de convulsión a la mezcla explosiva que tiende a ser el futuro de Colombia?, y no estamos aún en periodo de elecciones (o de reelecciones si triunfa la maquinaria autoritaria del Estado). La respuesta es un sí categórico, estamos ad portas de entrar en “tiempos de efervescencia y calor” como lo diría el prócer, aunque no del mismo efecto que en ese entonces. No estoy vaticinando con esto una guerra independentista ni mucho menos, pero si queda una sensación escalofriante, como al paso del fantasma. Esta efervescencia es natural y tiende a menguarse de forma aparente por el accionar de campañas contingentes del régimen para apaciguar los ánimos.

Nada, ninguno de los resultados de los sucesos citados me es extraño o excepcional. Pareciera que todo estaba fríamente calculado para que fuera así. Es que es inaudito que la justicia se permita tales inconsistencias que generan un aura de duda. Es descalificable, y viciado el concepto del procurador. Son vergonzosos los actos contra los derechos humanos de los indígenas. Pero insisto, esto solo provoca tribulación y angustia en la gente del común con capacidad de crítica, que tiene que vivir en un país que a cada paso se hunde por conflictos interiores y bajo la amenaza de exteriores.

Estas son hasta ahora solo señales, indicios, alarmas silenciosas de lo que puede ser mas adelante la situación nacional. Queda en el aire la pregunta sobre lo que puede ser y lo que no será. El futuro es una mezcla inestable que puede estallar en cualquier momento. El fantasma sigue recorriendo a Colombia y a su paso genera intimidación y nerviosismo. Cualquier persona tiene que ser impasible (o quizás ciega, sorda y muda) para no ver las señales y concluir que algo contundente está por ocurrir. Lamentablemente, las cábalas no son muy optimistas.