martes, 27 de abril de 2010

Suicidio en primera persona

Reconozco que en algunos momentos de mi vida he intentado quitarme la misma. Afortunadamente (y gracias a Dios), aun vivo para confesarlo. No es algo de lo que me sienta orgulloso pero tampoco me mortifica, ya que en estos momentos estoy en paz conmigo mismo y le tengo un respeto y pánico profundo a la muerte. Tal vez por temor a lo que haya al otro lado, o por que aún no siento que he terminado mis metas por las que fui proyectado a este mundo. Lo cierto es que nada me garantiza que nunca más vuelva a tener pensamientos de ese tipo. Y esto también se justifica porque he sido una persona en cierto modo depresiva. Hoy menos que ayer. Tampoco esto puede tomarse como un manifiesto suicida, solo es una experiencia y/o criterio personal frente a esta triste acción.

La vida tiene muchos motivos para ser vivida, plenamente y en lo posible con ciertos instantes fugaces de felicidad. Es cierto, uno no puede controlarlo todo, uno no puede ser infalible y pensar que todo en la vida le va a salir bien. No hay garantías de amor eterno, prosperidad y éxitos inacabables o dicha y felicidad completas. Pero eso no puede ser excusa para abordar de manera pesimista y triste el futuro. Es más, el mismo futuro no existe, nos queda labrar en el presente, conservando las esperanzas de que nuestros deseos se cumplan. Lo realmente fascinante de la experiencia vital es el poder enfrentarse a los problemas y dificultades con valentía, coraje y perseverancia, como en un juego en el que a veces se pierde pero también se gana, y mucho.

Cuando miro hacia atrás y busco los motivos por los que me sentía tan profundamente triste y deprimido, con ganas de morirme de veras, veo que ninguno era una razón lo suficientemente contundente para tomar una decisión de tamañas consecuencias. He tocado el fondo de la melancolía y aun no los encuentro. Y me pregunto entonces por qué otros deciden suicidarse por causas tan elementales. Entonces a veces trato de calmar su memoria con el considerar que probablemente sobredimensionaron sus problemas.

Muchos se han quitado la vida en diferentes etapas. Unos han alcanzado todo (amor, dinero, éxito, fama, etc) pero seguían sintiendose vacíos. Otros simplemente se sintieron frustrados consigo mismos, con lo que llegaron a ser, por muy buenos o malos. Algunos comparten el haber meditado durante largo tiempo esta fatal decisión, otros la aceptaron como solución de forma casi inmediata. Tal vez se arrepintieron camino a la muerte, o regresaron de esta con secuelas tremendas. Y hay quienes lo han intentado varias veces sin poder culminar tal despropósito.

A veces falta esa última palabra, esa llamada inesperada o esperada, un golpe de suerte, una voz amiga para detener a tiempo el desastre. A veces esto llega demasiado tarde, al segundo después. La muerte no tiene reversa.

Hay muchas formas de quitarse la vida, tantas como el ser humano ha podido inventar. El dolor que deja en sus seres queridos es inconmensurable, y nadie puede asegurar plenamente que ninguno llorará o echará de menos su ausencia. Somos importantes para alguien, así este mundo cada vez mas indiferente quiera convencernos de lo contrario.
Siempre queda esperar un momento más, buscar en otro lado, caminar, frecuentar otras personas, quizás hasta huir de nuestros propios fantasmas. Nos espera esa película por estrenar, la final de nuestro deporte favorito, el terminar ese interesante libro, el interpretar esa alegre canción. Siempre habrá algo que perderemos y que nunca volvamos a experimentar.

Nos queda el dolor, la enfermedad. Pero a veces es necesario dejar que la misma naturaleza nos alivie el sufrimiento. Es cierto no sabremos el padecimiento del otro si no se experimenta en primera persona, pero hay que saber respetar los límites. Nadie muere de forma digna, o tal vez todos mueren dignamente, lo realmente importante es saber morir con valentía y paciencia.

Muchas victimas del suicidio (prefiero denominarlas así que simplemente suicidas) apagan su luz en este mundo en horas de soledad, al caer la tarde, al sonido de una canción deprimente, bajo efecto de alguna sustancia depresiva o psicoactiva. Estan ensimismados que no pueden alzar la cabeza ni ver el horizonte. Yo les respeto su decisión, mas nunca podré compartirla.

Si alguno me lee y ha tenido pensamientos de este tipo solo quiero decirle una ultima cosa: POR FAVOR, NO LE HAGAS UN FAVOR A LA MUERTE, ya que esta no perdona. Si yo pude salir de un estado depresivo tal, quiere decir que no todo está perdido. Siempre hay oportunidad de empezar de nuevo, de reconciliarse con la vida y de hacer un pacto con ella.

La esperanza nunca se pierde, no es lo último que se pierde.

No hay comentarios:

Publicar un comentario